Se desarrollaron las Jornadas de Estudiantes de Ingeniería Industrial y carreras afines en la UNNOBA, bajo el lema “¡El final del arcoiris está en el desagüe! Transformando efluentes en emprendimientos”.

La primera participación estuvo a cargo de Pablo Echeverría y Federico Bologna, fundadores de Mamagrande, una empresa social biotecnológica que regenera servicios ecosistémicos, “creando trabajo y productos industriales con valor económico”.

“El objetivo troncal de Mammagrande es producir bioplásticos, renovables y biodegradables a partir de una fuente de carbono secundaria y que no compita con el alimento humano”, comenzó Pablo Echeverría y aclaró: “Lo que se ha considerado plástico biodegradable en realidad no lo es, ya que las bolsas de supermercados son un PET modificado, en el que la molécula se rompe más fácil, pero no deja de ser PET [plástico utilizado en bebidas y textiles], una molécula muy estable que permanece en el ambiente dos mil años. En cambio, lo que nosotros estamos haciendo es plástico compostable, orgánico que, en condiciones favorables, pueda estar disponible para vegetal en solo tres meses”.“A partir de agua contaminada generamos bioplásticos, trabajo y recursos”, sintetizó Echeverría.

El ingeniero contó que el proyecto se inició en 2011, cuando “se juntaron tres personas soñadoras que querían generar bioplástico que no compita con el alimento humano”. “La idea fue producir PDA, plástico biodegradable, a partir de fuentes renovables y de segunda generación, es decir, que no compitan con el alimento humano. Porque muchas veces se produce PDA a partir de maíz o papa. En definitiva, lo que termina definiendo cuánto maíz va a plástico y cuánto a consumo es el mercado. Eso no lo queríamos: porque el alimento siempre es más importante”, remarcó Echeverría.

El proyecto comenzó con “una pileta pelopincho y pocos recursos”. “Sabíamos que las lemnas o lentejas de agua multiplicaban biomasa a una escala enorme. Eso es lo que intentábamos probar en las piletas. Los resultados fueron sorprendentes en cantidad de biomasa generada”, dijo Echeverría y Bologna aclaró: “La idea es hacer producir las lemnas, de ahí producir almidón, el cual fermentamos con bacterias y generamos ácido láctico que es el precursor de lo que va a ser el bioplástico. Justamente, lo que queríamos evitar era generar plástico desde alimentos”.

El giro fundamental de Mammagrande viene a partir del Congreso Mundial de PDA, en Alemania. “En ese momento, presentamos nuestra experiencia y un montón de gente, a nivel mundial, empieza a poner el ojo en Mammagrande, porque estábamos haciendo algo único”, comentó Echeverría. En 2012 se empieza a diseñar el modelo de empresa que no “solamente tenía que ver con generar bioplásticos, depurar efluente y dar trabajo, sino integrar todo eso”. Finalmente, la Municipalidad de Santa Fe ofrece su planta para el desarrollo del proyecto en distintas lagunas.

Luego, se consigue un subsidio de la Nación por 29 millones de pesos. “También empezamos a tejer alianzas con empresas de Salta y Tucumán”, comentó Bologna. “Es interesante cómo se logró incluir y unir a distintos organismos, con distintas idiosincracias e intereses, para converger un mismo proyecto”, comentó Echeverría, quien informó que, además de empresas participa la Universidad Nacional de Rosario .

En la etapa siguiente se mejoró la cantidad y calidad de bacterias que permitían producir PDA. “La zona que se eligió para trabajar es el noroeste argentino, por un tema climático, porque en Salta y Tucumán las lemnas crecen todo el año”, relató Echeverría y añadió: “En esa zona tienen lemnas en forma natural y, de hecho, son un problema. Entonces, querían que fuéramos a experimentar para mitigar el problema”.

En la etapa posterior se integran nuevas empresas y organismos al proyecto: "Mammagrande es una empresa con pocas personas, pero que trabaja con muchas otras empresas satélite".