En los comicios de mañana se definirá también la “gobernabilidad” de los 135 intendentes bonaerenses, con la elección de un total de 1097 concejales y 401 consejeros escolares.

Las PASO dejaron fuertes mensajes en las gestiones municipales, y muchos intendentes tendrán un panorama complicado si hoy se repiten los resultados.

En las Primarias, los candidatos locales de Cambiemos ganaron en 91 comunas, 25 de las cuales son gobernadas por intendentes de la oposición; mientras que Unidad Ciudadana –cuyos postulantes obtuvieron el triunfo en 36 municipios- se impuso en intendencias clave para el macrismo tales como Pilar, Quilmes y Berisso, mientras que también las internas de ese espacio sacaron más puntos en que el oficialismo en Lezama, Patagones, Brandsen y Suipacha.

Más allá del color político, las derrotas oficialistas ponen en apuros a los intendentes, que pueden perder el control de sus concejos deliberantes (o profundizar su minoría, en algunos casos), lo que los obligaría a convivir con una delicada situación política en sus últimos dos años de gestión.

Esta situación adversa llevó a muchos jefes comunales a apelar a prácticas “non sanctas” para la política partidaria: repartir su boleta local junto con la de los adversarios nacionales de su fuerza, con tal de lograr una tracción mayor de sus candidatos.

Las derrotas, por otro lado, generaron verdaderas crisis en los ejecutivos locales: a partir del 14 de agosto hubo cambios de gabinete, anuncios de obras realizados de forma improvisada y hasta “pases” a otras fuerzas, como fueron los casos de los intendentes Juan Zabaleta (Hurlingham) y Francisco Echarren (Castelli).