La campaña agrícola 23-24 fue una más de la extensa lista de anécdotas que el productor agropecuario puede sentarse a relatar. El inicio estuvo marcado por altísimas expectativas de lograr recuperar los daños generados por la 2022-23, que quedará en la memoria como una de las peores de nuestra historia.

Muchas empresas comenzaron esta campaña con la gran necesidad de levantar pasivos que no pudieron cancelar con lo poco que se pudo cosechar en la anterior. Con los cultivos ya puestos, allá por septiembre, octubre y noviembre de 2023, el panorama era muy alentador. La fina se proyectaba casi récord y las condiciones de humedad para la gruesa eran óptimas.

El cambio de gobierno, en diciembre, hacía pensar en un nuevo panorama con reglas de juego mucho más favorables para el sector. Sin embargo, no todo fue tan bueno como esperábamos hasta finales de ese mes. La fina fue digna, pero dejó muchos kilos en los momentos previos a cosecha por tormentas muy severas que ocurrieron entre Navidad y Año Nuevo en el sudeste y suroeste bonaerense.

Luego, enero prácticamente no dejó precipitaciones en la zona núcleo, mermando así el desarrollo casi perfecto que presentaban la soja y el maíz hasta ese momento.

Recién a mediados de febrero el régimen de lluvias se recompuso y sobre el tramo final se detectaron muchas zonas con maíces tardíos afectados por la chicharrita, con mermas en rendimientos aún difíciles de estimar.

Se puede decir que los rendimientos serán aceptables, pero no tan buenos como se esperaba al promediar la campaña.

Al hablar de mercados, también encontramos altibajos, como siempre. Podemos recordar momentos “tempranos” con buenos precios para trigo y soja para octubre de 2023, donde podíamos ver negocios a cosecha en valores de USD/TN 240 y 340 respectivamente. También atravesamos un momento de caída entre diciembre y marzo que dio lugar a un nuevo respiro para el productor, pero esta vez con mejores perspectivas para la fina que para la gruesa.

Hoy los precios son aceptables en dólares para la gruesa, con el agravante de ver que los pesos obtenidos por esa venta han mermado su capacidad de compra contra los gastos fijos, que han crecido en dólares debido a la combinación del tipo de cambio estable y la inflación alta.

CONTEXTO AGRÍCOLA

Pensando en las cuentas dentro del escritorio de la empresa también podemos encontrar momentos bien distintos: Con el objetivo de poder tomar las mejores decisiones en el momento oportuno hemos acompañado a muchos clientes a financiar la mayor parte posible de los insumos 23-24 a través de tarjetas rurales, cerrando dichas operaciones antes de junio del año pasado con tasas de entre el 60 y 90%, pesificando sus deudas para aprovechar una devaluación del 120%, que impactó directamente en el valor a cobrar por sus granos y licuando sus costos.

Con el nuevo gobierno la lógica cambió y pudimos aprovechar muy buenas tasas en USD para proyectos de inversión a 5 años y un costo promedio del 2-3%.

Fuente: Grupo Cencerro