La apertura de importaciones vuelve a ser un tema clave para la economía argentina. Representantes de pymes y especialistas en el sector productivo alertan sobre los peligros que conlleva una competencia desigual entre los productos nacionales y los importados. La preocupación principal radica en que "la cancha no está nivelada", lo que podría afectar gravemente a la industria local y al empleo asociado.
Los productos importados suelen llegar al país con precios más bajos debido a costos de producción menores y regulaciones menos estrictas. Este escenario pone en desventaja a las pequeñas y medianas empresas (pymes), que ya enfrentan desafíos como altos costos logísticos, presión impositiva y acceso limitado a financiamiento.
"Antes de alentar la entrada de productos más baratos, debemos pensar qué haremos con la industria pyme y las familias que dependen de ella," señalaron fuentes del sector industrial y comercial de Bragado bajo la representación del dirigente de FEBA, Gullermo Anso.
De acuerdo con expertos, recién en 2026 podría alcanzarse una situación de competencia equilibrada. Esto implica avanzar en la reducción de distorsiones económicas, como los altos costos internos y la baja competitividad tecnológica de muchos sectores. Hasta entonces, el riesgo de que las importaciones afecten negativamente a la industria nacional es elevado.
La apertura indiscriminada de importaciones no solo afectaría a las empresas nacionales, sino también a miles de empleos vinculados a la producción. Una caída en la actividad industrial podría incrementar el desempleo y profundizar la desigualdad económica.
Para proteger la industria local sin frenar la competitividad, se necesitan políticas que:
Con este panorama, los actores del sector hacen un llamado al Gobierno para que priorice la sustentabilidad económica, promoviendo un modelo de desarrollo que equilibre la apertura comercial con el fortalecimiento de la industria nacional.