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“El resultado fue malo, pero era lo esperado”, reconoció uno de los dirigentes consultados, que participó de una de las listas en la contienda. Y agregó con crudeza: “Divididos y sin identidad, no hay nada para hacer”.
El diagnóstico se repite entre distintos sectores del radicalismo, que observan un escenario de desorientación política y pérdida de referencia territorial. Las críticas apuntan, en general, a la actual conducción partidaria. “Los veo muy poco interesados”, expresó un dirigente de la sección quien a la vez planteó la necesidad de “buscar un liderazgo y respetarlo, alimentarlo y cuidarlo”.
Otro referente bonaerense fue aún más tajante: “La chocaron toda”. La frase sintetiza el descontento generalizado dentro del radicalismo provincial, que esperaba poder capitalizar en las urnas su estructura territorial y presencia local, algo que finalmente no ocurrió.
En ese marco, entre los radicales bonaerenses predomina una mezcla de decepción y resignación. “Hay que esperar y pasar página”, coinciden, aunque en voz baja admiten que el desafío será mucho más profundo: redefinir el rol del partido y recuperar una identidad que hoy muchos consideran difusa.
 
							 
						 
							