lunes 29 de diciembre de 2025 - Edición Nº4964

Regionales | 29 Dec

Opinión

Una ciudad conectada desde el suelo

13:31 |La tecnología nos ha vinculado y conectado de manera inmaterial, pero la materialidad es imposible de ignorar sin sufrir las consecuencias. Escribe, para INFONOROESTE, Juan Iturrioz, Lic en comunicación social UNLP, Diplomatura de Agroecologia UNNOBA.


El cuidado de la salud hoy debe ser total, integral. No se puede concebir atender la salud humana si desprotegemos el suelo, la biodiversidad o el medio ambiente. Son todos conceptos surgidos a fines de siglo pasado, sin embargo seguimos discutiéndolos mientras se agravan las consecuencias del desarrollo industrial.

Paradójicamente las zonas con mejores suelos del país exportan sus frutos casi sin ni siquiera probarlos, y compran su alimento de otras zonas geográficas, en muchos casos ignorando su trazabilidad, propiedades, condiciones de producción, consecuencias de su ingesta y valor nutricional.

Así, por ejemplo, la industria agropecuaria argentina apuesta al monocultivo, que en gran medida se utiliza para engordar cerdos chinos, en suelos donde podríamos producir el mejor bife de chorizo vacuno del mundo, entre otros alimentos de gran valor nutricional. El gran desafío para el futuro es que transformemos la materia prima en alimentos.

No ignoro el trabajo y el valor que durante muchos años generó la soja, tampoco propongo combatir una actividad que da trabajo, simplemente propongo alternativas viables para diversificar la matriz productiva, generando más puestos de trabajo y vinculando más actores sociales a la cadena. Podemos etiquetar productos más naturales, con trazabilidad e información valorable. Cuanto vale una tonelada de carne exportada a Comunidad económica Europea o EEUU y cuanto nos pagan una tonelada de soja.

Hoy debemos hablar de una sola salud, la que parte desde el suelo, yo la llamaría salud ascendente. Debemos entender que, en el proceso de creación y producción de nuestros alimentos, y de formación de nuestro ecosistema, intervienen moléculas, células, organismos, bacterias, virus, agua y aire, hasta los organismos más complejos, concluyendo en nosotros. No son engranajes, hay una convivencia ecosistémica en la biología, en vez de combatirla debemos asociarnos a ella para no tener que curar, sino sanar desde la ingesta, con aquello que ingerimos.

Hasta hace unos meses hablábamos de la falta de agua en las napas, sin pensar en todos los animales que promueven la porosidad del suelo y su consecuente la infiltración del mismo. En el campo de Juan Kiehr, La Aurora, en el partido de Benito Juárez, el INTA y el CONICET, hicieron un estudio respecto de la población de lombrices que demuestra que los métodos productivos tienen consecuencias de todo tipo: a) en su campo, cada palada de tierra, salía con 80 lombrices (unos 400 kilogramos por hectárea, “una vaca rumiando el suelo desde abajo, compostando”, según el ing. Santiago Sarandon), cuando en el campo vecino el conteo bajaba a 2 por cada palada (unos 20 o 30 kilos de lombrices por hectárea), todo esto a consecuencia de la mala utilización de fitosanitarios, hay estudios científicos que lo verifican.

Hemos visto en Adelia María, Córdoba, trabajar a los escarabajos estercoleros, dejando túneles como el de un dedo meñique de un hombre adulto, en los que además entierran toda la bosta de los vacunos incorporando esa materia orgánica al suelo y limitando así la propagación de la mosca del cuerno que tantas perdidas produce. Nadie es tan eficiente para fertilizar como estos socios estratégicos, pero sin querer, en muchos casos los combatimos.

Por eso, lo que proponemos es una matriz productiva inteligente, tratamos de explicar que la salida es agregando valor agregado y trabajo de calidad en el campo, por eso traemos testimonios que puedan ejemplificar cual es el camino, desandar en algunos casos, y acelerar en otros, preguntándonos cómo debemos integrarnos, y sobre todo de qué debemos defendernos para constituirnos en una sociedad más fuerte y sana. La carne a pasto no enferma, diferenciémosla en calidades, hoy la estamos consumiendo en “damajuana”, todo es lo mismo, llega en el mismo envase.

En Francia, desde hace décadas, se busca la salud a través del proyecto de “ciudad de los 15 minutos”, donde en ese tiempo, o en una distancia mínima el ciudadano encuentra todo lo que necesita para su vida diaria. Así piensan el París del futuro para darle mejor calidad de vida a todos los parisinos. En Junín, Pergamino o las localidades vecinas ya tenemos eso, como también una tenencia de la tierra minifundista con un promedio de unos 60 o 70 hectáreas por titular. Solo hay que brindarle seguridad al productor primario para que la inversión llegue, y no se retraiga, proyección a los promotores para que emprendan y estabilidad para todos, incluyendo a los industriales. Tenemos que sentarnos a conversar alternativas validas para un desarrollo estratégico y sostenible.

Existen opciones, hay que explorar alternativas, para las zonas periurbanas la huerta orgánica o los viveros, las granjas, los quesos y el fiambre, el fortalecimiento del turismo que integra todas estas industrias, por ejemplo, y que nuestro producto esté disponible para trescientos mil consumidores de 100 kilómetros a la redonda. Hoy traemos la lechuga del cinturón hortícola de La Plata, sin saber cómo se fertiliza y producen esos suelos.

La cercanía y el arraigo son fundamentales para un mayor y mejor desarrollo, para dar empleo, generar pertenencia y responsabilidad. Hace falta charlar, que nos pongamos de acuerdo, que tengamos un norte, que sepamos explicarlo y que en ese camino ganemos todos.

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